top of page

La crisis de deuda de Puerto Rico: Hacia la reconstrucción de Puerto Rico

ree

risis de deuda dLa ce Puerto Rico: Hacia la reconstrucción de Puerto Ric


Parte I: La crisis y sus orígenes

El ascenso de la “Junta”En junio de 2016, el presidente Barack Obama firmó la Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico (PROMESA), que estableció la Junta de Supervisión y Administración Financiera (FOMB, por sus siglas en inglés), conocida en la isla simplemente como La Junta. Este organismo no electo, designado a nivel federal, recibió un control amplio sobre los presupuestos, la planificación fiscal y la reestructuración de la deuda de Puerto Rico. Para muchos puertorriqueños, La Junta se convirtió en un símbolo de control de estilo colonial: un grupo de forasteros dictando dolorosas medidas de austeridad para satisfacer a los acreedores, con poca consideración por las necesidades locales.

Sin embargo, La Junta no apareció de la nada. Fue el producto de una tormenta perfecta de mala administración fiscal, ingeniería financiera oportunista y negligencia federal que, en conjunto, dejaron a Puerto Rico ahogado en más de 70 mil millones de dólares en deuda hacia 2016.

La tormenta perfecta de malos actores

Fracaso del gobierno local

  • Las administraciones puertorriqueñas de ambos partidos principales incurrieron de manera crónica en déficits operativos, encubiertos con nuevas emisiones de bonos en lugar de reformas estructurales.

  • Los sistemas de pensiones fueron descuidados durante décadas, dejando más de 50 mil millones de dólares en pasivos no financiados.

  • Corporaciones públicas como la AEE (energía eléctrica) y la AAA (acueductos y alcantarillados) operaban con pérdidas crónicas, con aumentos tarifarios políticamente reprimidos y contratos inflados.

  • Para evadir los límites constitucionales de endeudamiento, los líderes crearon COFINA, un vehículo que titulizó los ingresos futuros del impuesto a las ventas. Esta maniobra liberó efectivo a corto plazo, pero comprometió miles de millones en obligaciones futuras.

Wall Street y la banca de inversión

  • Importantes aseguradores—incluidos Barclays, Morgan Stanley, JPMorgan, Santander, UBS y Goldman Sachs—ganaron enormes comisiones estructurando bonos exóticos.

  • La infame emisión de bonos GO de 3,5 mil millones en 2014, con rendimientos de nivel basura (~8,6%), se utilizó en gran parte para refinanciar deuda antigua y tapar déficits presupuestarios: un préstamo usurario disfrazado de financiamiento a largo plazo.

  • Fondos de cobertura e inversionistas en deuda en dificultades compraron bonos de Puerto Rico a precios bajos y luego demandaron para exigir el pago completo.

Complicidad del gobierno federal

  • El Congreso eliminó el incentivo contributivo de la Sección 936 en los años noventa sin un reemplazo, debilitando la base industrial de Puerto Rico.

  • La ley federal prohibía a los municipios puertorriqueños acogerse al Capítulo 9 de bancarrota, impidiéndoles reestructurar deudas como lo hicieron Detroit o Stockton.

  • La SEC y el Tesoro hicieron la vista gorda mientras Puerto Rico emitía bonos respaldados por una capacidad de pago dudosa.

  • Finalmente, cuando el colapso era inevitable, Washington impuso La Junta, pero solo después de que los fondos buitres se habían posicionado estratégicamente para tener ventaja en la reestructuración.

Multinacionales y actores externos

  • Las corporaciones estadounidenses se beneficiaron de regímenes manufactureros de bajos impuestos, extrayendo ganancias mientras aportaban poco a la base económica de largo plazo de la isla.

  • La Ley Jones aseguró que todo transporte marítimo doméstico dependiera de navieras con bandera estadounidense, inflando los costos para los consumidores puertorriqueños mientras enriquecía a transportistas del continente.

En resumen, el desastre fiscal de Puerto Rico no fue culpa exclusiva de un solo gobierno o de un grupo aislado de inversionistas: fue la culminación de una política local miope, prácticas financieras depredadoras e indiferencia federal, todas actuando en sincronía.

El costo humano de la austeridadCuando la FOMB asumió el control, sus planes fiscales exigieron:

  • El cierre de más de 400 escuelas,

  • Aumentos de matrícula en la Universidad de Puerto Rico,

  • Recortes a las pensiones y la nómina pública,

  • Inversión diferida en infraestructura, y

  • Tarifas eléctricas más altas tras la reestructuración de la AEE.

La lógica era clara: liberar ingresos para pagar a los acreedores. Pero el resultado también lo fue: la austeridad profundizó la contracción económica, impulsando más emigración hacia el continente y erosionando la base contributiva necesaria para sostener el repago.

La llegada de la Administración Trump: ordenar el problemaEn agosto de 2025, el presidente Trump destituyó abruptamente a cinco de los siete miembros de la Junta, citando despilfarro, ineficiencia y honorarios exorbitantes de abogados y consultores. Los críticos lo vieron como un movimiento para inclinar la Junta hacia acuerdos favorables a los bonistas, particularmente en la aún irresuelta reestructuración de la deuda de la AEE.

El desafío de Trump es profundo. Si su administración se inclina demasiado hacia los fondos de cobertura, corre el riesgo de exacerbar la austeridad, alienar a los puertorriqueños y envenenar las ópticas de cualquier futuro referéndum de estadidad. Pero si ignora por completo a los acreedores, el acceso de Puerto Rico a los mercados de capital—y la credibilidad de PROMESA misma—podría colapsar.

El problema, en términos simples: cómo pagar lo que se debe sin destruir el futuro de la isla.

Parte II: Un plan compasivo de negocios

Para “enderezar a Puerto Rico”, EE. UU. debe encontrar un equilibrio: honrar el servicio de la deuda de buena fe, pero proteger a los puertorriqueños comunes de una austeridad aplastante. El siguiente curso de acción busca ese balance.

1. Disciplina en el servicio de la deuda

  • Limitar el servicio anual de la deuda al 7–8% de los ingresos propios de Puerto Rico.

  • Reestructurar los bonos heredados con recortes base y vencimientos extendidos.

  • Ofrecer a los acreedores Value Recovery Instruments (VRIs) ligados al crecimiento (PIB, ingresos del turismo, recaudaciones). Los inversionistas solo ganan si Puerto Rico prospera.

2. Proteger lo esencial

  • Garantizar financiamiento mínimo para la educación K–12, la atención médica básica y la seguridad pública.

  • Crear un fideicomiso de protección de pensiones, alimentado por ingresos de concesiones de activos y apoyo federal, para evitar mayor pobreza en la vejez.

3. Energía sin shocks tarifarios

  • Para la deuda de la AEE, convertir bonos en “notas de eficiencia” pagaderas con ahorros comprobados de combustible, mejoras de red y reducción de pérdidas.

  • Establecer un Fondo de Estabilización Tarifaria, financiado con ayuda federal por desastres y gravámenes específicos, para mantener predecibles las tarifas de electricidad al consumidor.

4. Crecimiento como estrategia de salida

  • Introducir un crédito federal tipo “936-lite” para revivir la inversión farmacéutica y manufacturera con requisitos de contratación local.

  • Agilizar permisos e infraestructura para impulsar el turismo y centros de trabajo remoto.

  • Expandir la importación de GNL y el despliegue de microrredes para reducir costos energéticos de negocios.

5. Responsabilidad federal: hacerlo bien

  • Un Programa de Compensación de Fletes para neutralizar la prima de costos de la Ley Jones, tratándolo como un gasto de seguridad nacional.

  • Un respaldo condicional de refinanciamiento federal—el Tesoro canjea deuda vieja por instrumentos de menor tasa si Puerto Rico cumple con reglas fiscales y estándares de auditoría.

  • Transparencia estricta: reportes trimestrales de caja, auditorías puntuales y reguladores independientes.

El beneficioEste plan permite a Puerto Rico:

  • Pagar a los acreedores de forma predecible pero sostenible,

  • Proteger a las familias de una austeridad punitiva,

  • Resguardar pensiones y servicios esenciales,

  • Reducir costos energéticos para reactivar el crecimiento, y

  • Recuperar credibilidad de cara a una posible votación de estadidad.

Conclusión

La crisis de deuda de Puerto Rico nació de décadas de mala administración, oportunismo y negligencia—por parte de líderes locales, Wall Street y Washington por igual. Pero EE. UU. tiene ahora la oportunidad de corregir el rumbo.

La administración Trump enfrenta la delicada tarea de reequilibrar La Junta, renegociar con los acreedores y trazar un camino que haga de Puerto Rico no un cajero perpetuo ni un pabellón de austeridad, sino un socio funcional dentro de la unión estadounidense.

La manera de “enderezar a Puerto Rico” no es escoger entre acreedores y residentes—es asegurar que ambos estén atados al éxito de la isla. Solo entonces el futuro de Puerto Rico, sea como estado o como territorio, será digno de los sacrificios que su pueblo ya ha hecho.

FLVictory2.fw.png

Florida Conservative

The South

bottom of page